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Tall, thin trees spaced relatively far from one another
Subtítulo: 
Plantación de eucaliptos en Goiás, Brasil.
Créditos: 
© Conservación Internacional/foto de Peggy Poncelet

Actualmente, el Cerrado es una de las principales áreas del planeta para la producción agrícola y ganadera. Si bien esto es motivo de orgullo para muchos, la expansión de la frontera también pasa factura. Las amenazas al hotspot incluyen:

Degradación del hábitat

La principal amenaza para la biodiversidad en el Cerrado es el desbroce de tierras para pastos y monocultivos, que implican el cultivo de monocultivos a escala industrial. La producción de materias primas para el consumo interno de Brasil y para la exportación es esencial, no solo para la economía del país, sino también para su seguridad alimentaria.

En las últimas cinco décadas, el Cerrado ha sido la principal área de expansión agrícola y de consolidación de la agroindustria brasileña, lo que provocó la pérdida de la mitad de la cubierta vegetal original del hotspot. La mayor parte de la cubierta vegetal original remanente ha estado sujeta a varios tipos de interferencia.

Si bien el Código Forestal brasileño prevé la designación de Áreas de Preservación Permanente y Reservas Legales, estas se convertirán en fragmentos aislados si la deforestación en el Cerrado continúa al ritmo actual. Los niveles de deforestación en el Cerrado son actualmente más altos que en la Amazonía, al igual que los niveles de emisión de gases de efecto invernadero.

Pollution

La contaminación química por pesticidas (herbicidas, insecticidas y fungicidas) es una gran preocupación en el hotspot. Estos insumos son ampliamente utilizados en la agricultura tropical, donde no hay inviernos fríos para evitar la acumulación constante de malezas, plagas, hongos y enfermedades. El principal consumo es para soja, maíz y algodón, los cultivos más importantes en el Cerrado. Algunos contaminantes orgánicos persistentes se usan ilegalmente y los pesticidas prohibidos en otros lugares siguen siendo legales en Brasil. El país usa más pesticidas que cualquier otro país del mundo, con el 19 por ciento del uso global.

Presas

La mayoría de los ríos importantes del Cerrado han sido represados ​​para plantas hidroeléctricas, que son la principal fuente de energía eléctrica de Brasil. Las represas afectan los flujos de agua y modifican los márgenes, impidiendo que varias especies migren hasta las cabeceras para desovar. Esto también afecta a las comunidades de pescadores cuyos medios de subsistencia dependen de estos recursos.

Especies invasoras

En el Cerrado, los pastos africanos introducidos crecen más rápido y más altos que los pastos nativos. Las plantaciones de eucaliptos y pinos ahora cubren vastas áreas del Cerrado, y hay planes de expansión.

La fauna invasora también es motivo de preocupación. Por ejemplo, los jabalíes conocidos como jabalíes europeos (Sus scrofa), traídos originalmente a América del Sur para la caza, se han extendido a la parte más austral del Cerrado, donde son una amenaza para la naturaleza y los humanos. Otras especies animales invasoras incluyen especies nativas de peces de otras partes del país, incluso camarones, así como especies exóticas, especialmente Tilapia, cultivadas para abastecer a los supermercados. Estos peces exóticos compiten con las especies nativas, especialmente en los embalses utilizados para la piscicultura.

u OGMs

Los grupos ambientalistas están profundamente preocupados por los impactos de los organismos genéticamente modificados (OGM) en la biodiversidad nativa de Brasil, pero la Comisión Técnica Nacional de Biodiversidad (CTNBio) aprobó su uso. Se necesita más investigación sobre la contaminación genética por cultivos transgénicos en el contexto brasileño. Lo que está claro es que los productores de soja transgénica hacen un uso intensivo del herbicida glifosato, que afecta la salud humana.

Incendió

La biodiversidad del Cerrado ha convivido con el fuego durante milenios. La vegetación tiene características que minimizan el efecto de la quema, como corteza gruesa, rizomas y bulbos, así como alta capacidad de rebrote después del fuego. Sin embargo, la frecuencia de incendios se ha intensificado drásticamente debido a la acción humana.

Hoy en día, los incendios pueden ocurrir cada uno o dos años, en lugar de seguir ciclos de 16 años en promedio, como ocurría antes del asentamiento europeo. Un régimen de incendios frecuente e intenso provoca cambios en la dinámica de las comunidades vegetales, afectando a las poblaciones de especies raras. El fuego también puede afectar la floración, la fructificación, la dispersión de semillas y las tasas de mortalidad.

Lea más sobre estas y otras amenazas en nuestro perfil del ecosistema (PDF - 9.8 MB), también disponible en Portugués (PDF - 10.3 MB).